Hoy, y desde hace unos días, venimos oyendo –como si de
rabiosa actualidad se tratara- el número “exacto” de mujeres “muertas”, dicen
los medios de comunicación, bajo las presuntas manos de hombres a quienes
tildan de machistas, como si el hecho tan solo fuera un número, como si el
hecho fuese consecuencia de una condición que atañe únicamente a “ese hombre” a
“ese agresor”, como si la muerta lo estuviera por propia voluntad. Pocas veces
los medios de comunicación inciden en la causa profunda de estos hechos, pocos
son los que reflejan una realidad anclada en nuestros comportamientos
cotidianos, pocas son las voces que denominan a estos hechos como crímenes
machistas, ejercidos por hombres violentos, que amparados por un sistema
profundamente sexista, toman una cruel iniciativa como culminación de toda una
cadena de violencias ejercidas no solo por ellos, sino por toda la sociedad,
asumiéndolas como parte de la vida y por tanto obligándonos, a quienes no lo
entendemos así, a ponernos en una situación de perpetua rebeldía contra la
cotidianidad.
Entendemos, quienes nos encontramos en este 25N diferente,
que una sociedad condescendiente con una brecha salarial del 17% entre hombres
y mujeres, con una total ausencia de corresponsabilidad en las tareas de
cuidados y del hogar ( las mujeres dedican dos horas y cuarto más que los
hombres a estas tareas), lo que influye en que los empleos a tiempo parcial
sean ocupados por un 72% de mujeres, una sociedad –decíamos- que no siente
especial preocupación porque el 70% de las pensiones no contributivas
correspondan a mujeres, es una sociedad que silencia y consiente la
feminización de la pobreza.
Aquí estamos quienes creemos que no es ni cultural, ni
socialmente aceptable que las mujeres reciban apreciaciones sobre su físico en
voz alta en mitad de la calle, quienes no aceptamos que una asamblea la voz más
potente, la voz más respetada sea la masculina, quienes no entendemos que la
imagen de las mujeres deba ser el soporte de comportamientos sexuales
agresivos.
Hoy quienes deseamos no estar aquí, porque soñamos, alzamos
la voz y tomamos la calle para que todas las personas sean partícipes de que la
violencia que hoy se condena es la misma que se ejerce a diario con actitudes
como las descritas más arriba, que además son amparadas (cuando no ignoradas y
potenciadas) por quienes se han considerado nuestros y nuestras representantes.
No olvidamos las medidas que desde hace unos años han tratado de imponernos y
que afortunadamente las gentes en las calles han podido frenar (ley de tasas,
reforma regresiva de la ley del aborto) ni otras que fueron adoptadas y que hoy
ven sus consecuencias (cierre de centros de atención a mujeres que han
provocado el freno de separaciones y/o divorcios en parejas unidas por la
violencia machista). Pero tampoco olvidamos que aun habiendo frenado la reforma
de la ley del aborto, aún este derecho natural de las mujeres continúa
penalizado, que no somos libres para ejercerlo de forma integral, sin supuestos
ni plazos. Ni olvidamos a las mujeres de mayor edad que, solas, tienen que
hacer frente a una economía doméstica que roza la pobreza, cuando no viven
inmersas en ella. Y como no, no olvidamos que hoy 57 mujeres han sido
asesinadas.
Hoy muchas habrán lucido en sus solapas lazos violetas, con
la cabeza bien alta por haber contribuido a legislar en materia de género, pero
que nunca se opusieron a legislaciones que iban directamente encaminadas a
perpetuar la pobreza femenina; otras se tomaran las manos alrededor de la
santidad que confieren unas velas encendidas, mientras miran hacia otro lado el
resto del año. Hoy regresaran a sus casas aceptando el sistema opresor
capitalista, patriarcal, henchidas de democracia.
Nosotras y nosotros volveremos a nuestras tareas de grito
diario, estaremos en las calles, en las redes, en las tertulias y en las
conciencias dejando bien claro que deseamos que EL CAPITALISMO Y EL PATRIARCADO
CAIGAN JUNTOS!!!!!
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